domingo, 1 de agosto de 2010

Fénix...


Inicia el mes
y se abren posibilidades.

El sol,
esta vez,
es el que me dice que vaya por una,
que me desdoble...


Que me sacuda absolutamente de todo lo que ya no es,
de todo lo que no hace falta.

Que parta desnuda de mí y de todo,
hacia adelante.

Voy...

De la serie "Ensayos del Silencio"

viernes, 4 de junio de 2010

Un berrinche...

Qué bonito.

Cuatro meses y nada. He pasado por aquí, como quien pasa frente a la casa de quien se ama, sin tocar a la puerta; sólo mirando, contemplando con todas las palabras listas para decirse... sin decir una sola.

La razón es lo más estúpido y habla de cuán estúpida puedo llegar a ser. Eso me confirma lo que me ha dicho una que otra activista, una que otra psicóloga, dos que tres amores, mis amigas (os) más entrañables y, a últimas fechas, Paulita.

Sí, sí, me boicoteo y si alguien aquí está libre de pecado, que aviente la primera receta para dejar de auto-sabotearse.

Que no he venido aquí, eso ya lo saben, quienes tienen que saberlo y quienes quiero que lo sepan, porque son a los únicos a quienes he abierto la puerta de este espacio abandonado.

En fin que, me encantaría dejar en suspenso las razones, los motivos de esta ausencia que sólo me lastima a mí.

Porque sí. A la que más le pesa aquí, dejar de escribir y tragarse las cosas, ahogarlas, apagarlas, abortarlas antes de que vean la luz... es a mí.

Un poco es el tiempo, un mucho el sueño. Esos son los argumentos de siempre. Los que no tendría ni que teclear porque son de todos conocidos...bueno, de todos aquellos que me conocen. 

Pero esta vez no es ni eso.

Esta vez sólo pasa que me cargo el berrinche de mi vida.

Esta vez sucede que me tiene mal que las fuentes, el tipo de letra, los tamaños, no coincidan con los textos originales.

Me han explicado que blogger hizo reformas. A mí no me avisaron y entonces me han desbaratado toda la ruta. Y eso me enferma.

Me han dicho que siga, pero siento que esos tres o cuatro últimos textos son como una macula, como una salpicada de lodo que ha dado al traste con todo.

Así que esa es la historia de la ausencia.

Algo más estúpido no podía ser.

De la serie "Ensayos del Silencio".

miércoles, 24 de febrero de 2010

Beso Bohemio...


Me gusta el sol,
Alicia y las palomas,
el buen cigarro
y la guitarra española,
saltar paredes
abrir las ventanas,
y cuando llora una mujer.

Facundo Cabral



Él y sus significados
estuvieron en Cancún.

Tú y tu beso
vinieron con él.


Llegó aquí y cantó su canción;
misma que gustaba a tu padre,
la que heredaste tú
desde que se la escuchaste
en la parte trasera de su auto...
la que hoy es pretexto para reaparecer.

Esa canción ahora,
me sabe a tu boca,
a tu lengua repasando mis labios,
lenta y dulce,
suave en un beso que dibujas eterno;
interminable,
como el amor que me inspiran todas tus cosas,
tu imagen, tu sonrisa de siempre,
tus fantasmas, tus sueños,
tus pinturas, tus escritos, tu aroma,
la forma en que me lees a Lorca…
la nostalgia que llevas por dentro
y que seduce a la melancolía que llevo yo.

Desde que te miré sonriéndome,
qué facultad la tuya para grabarte así,
con tan poquito.

Qué encantamiento el de tu presencia,
siempre suficiente
para despojarme de los latidos del alma,
hasta cuando me has dejado sin corazón.

Por eso ahora,
escuchar a Facundo
replicar aquella noche de tus 33,
en que con la anuencia de la luna,
apagaste la luz para encenderme el amor.

Nada dijimos durante un buen rato.

Después de todo,
sólo contigo me apetece el silencio:

Espacio en que nos hemos confesado
todo lo que se dicen quienes saben ser uno;
terrritorio útil hasta para decir “adiós”,
“no se puede”, “no te vayas”… no me dejes ir.

No recuerdo en qué momento,
pero creo que fue después de que leíste mi amor en papel,
cuando abandonaste la ventana para llegar a mí…
y te acercaste como invariablemente te has acercado,
casi sin tocarme, hasta paralizarme.

Qué lejos me parece esa gélida noche de enero.

No temblaba de frío, sino de ti.

Qué cercana esa hipnótica sensación
de que el cuerpo gravita y no hay nada,
esa percepción de que el alma nos abandona;
ese sensual mareo que me dejó el beso interminable de aquella noche,
dentro de aquella casa un poco vieja,
casi desnuda a no ser por la amplia cama que compartes con tu mujer.


De la serie "El de Hoy..."
02 julio/2004

martes, 23 de febrero de 2010

El Balcón Azul...














Hay una canción no dedicada;
insospechada y secreta melodía
que permanece intacta,
guardada en el bolsillo
para quien sepa pagar por ella
con la moneda correcta.

Hace tiempo
sus acordes se apoderaron de la noche,
y la luna se asomó de nuevo a la ventana,
seducida por la oscuridad de la habitación
que aguarda por su brillo,
enamorada por el sonido del blues
que extendía su aroma
por todas las calles de Cancún.

El lenguaje de los primeros acordes del sax,
se confundía con el humo
de un desvelado y persistente cigarro,
aboliendo el silencio de aquel espacio,
contaminado ya por el sutil
e hiriente romanticismo de Fitzgerald.

Esa voz, aliada del piano,
inspiraba a beber el rojo líquido de una botella que, oportunamente,
estaba ahí para saciar diversos placeres,
junto con varias imágenes
que danzaban en el archivo clausurado de la mente.

Varios recuerdos, nombres,
y luego uno solo...
y después ninguno,
sólo el cigarro, la luna,
el perfume de la noche y la herida del blues.

Había un poco de dolor en esa escena,
aunque la melancolía era muchísimo mayor.

Yo lo sabía bien
porque ese tipo de nostalgias
solían escurrirse
para buscar escape a través de las ventanas,
al encuentro con una calle
que las liberase para viajar por el aire.

Yo aprovechaba aquello
para robarme muchas historias
que huyen de casas y corazones
bajo el silencio de las noches.

Por eso en una ocasión particular,
una burbuja de sonidos e íntimas escenas
me explotó en las manos,
cuando caminaba bajo un específico balcón azul.

Me dejó como herencia
una canción aún no dedicada;
insospechada y secreta melodía
que permanece intacta,
guardada en el bolsillo
hasta que alguien aprecie su valor.


De la serie "El de Hoy..."
16 de agosto de 2003

De oferta...





















Te ofrezco subir a mi auto azul,
ni lujoso, ni perfecto,
pero digno y cómodo
para recorrer un camino común.

No sé cuál es el destino
pero apunta siempre al horizonte,
a donde bailan los blancos sueños,
sin mirar hacia atrás.

Arriba hay buena música,
una botella de agua y varias de vino,
un block para escribir o para dibujar
y algunos cigarrillos para filosofar.

Tenemos una cobija
y cuatro brazos para el frío,
y si hace calor,
dos bocas para refrescar.

Adentro estamos a salvo,
mas advierto que en este viaje
la incertidumbre es compañía,
hasta el final. 

La oferta incluye escalas.

El bosque en que deseas perderte,
y el beso para reencontrarte.

La playa nudista
para danzar frente a los mares,
la brisa que me imite sobre tu piel
al volar.

Y París,
para que te convenzas después de 340...
que la Torre Eifell
ya no hace falta.

De la serie "Ensayos del Silencio..."
11 de enero/2010

jueves, 18 de febrero de 2010

La bienvenida...





Ser que lleva otro ser.

Que le alimenta de miedos
audacias y nostalgias.


Le observo.




Aspiro su doble aroma
que sabe a pecado, a inocencia,
al opio del pasado y al talco de hoy.

Su historia,
me la sé como intuyo la palma de mi mano;
y contemplo seducida su nueva luz,
su timidez enfurecida, su firmeza inalterable.

La gota de ternura de atrás,
convertida en un caudal a punto de desbordar.

Con el mundo le crecieron las palomas,
lo mismo que los intensos ojos;
y algo distinto le miro,
más allá de eso que le sucede.

Es el timbre de voz,
son los huesos;
es el halo de magia
que le late por dentro.

Estamos...
después de una secreta batalla de reproches,
con espinas que aún hacen sangrar de a poco;
de nuevo estamos.

En el lugar azul de nuestro posible imposible
no hay muchas palabras,
pero adentro nos traiciona lo de siempre;
eso que nos impide disimular la mueca feliz,
en un rostro por el tiempo modificado, pero igual.

Tampoco hay un abrazo,
pero a corta distancia
lo invisible, lo sin nombre,
también hace lo suyo.

Tú lo sabes,
todo el tiempo lo has sabido.

Y saberlo hace que dobles el orgullo
como yo depongo el corazón.

Ese es nuestro resumen;
por eso abro los brazos
y siempre te doy la bienvenida.


De la serie "Ensayos del silencio"
11 de septiembre de 2009

sábado, 13 de febrero de 2010

La eternidad...








Con el mar nace y se va el amor.







Con la marea vienen ilusiones que,
con el paso del tiempo, pueden diluirse en sal,
así como el dolor cuando se convierte en un silencioso caudal amargo de lágrimas.

Dónde estamos tú, yo...
recreando la fantástica escena cotidiana de dos que acaso se aman,
desde el bar, desde la playa.

Tú con alguien, yo con tu fantasma.

Siempre.

Inquebrantable e innombrable,
el público y clandestino lazo que nos sigue liando el alma.

La brisa es tu voz en mi oido,
la música que suena en tu bar,
son mis palabras.

Qué miseria ésta que nos inventamos a diario
para no escucharnos el corazón.

Para pretender que está superado el pasado,
al que tememos por presente.

Para poder continuar con nuestra falsa vida resuelta y feliz... feliz, feliz.


De la serie "Ensayos del Silencio"
13 de febrero, 2009

jueves, 4 de febrero de 2010

El mito de la caverna...

 














Caminamos a través de una caverna.
No sé la ruta.

Traigo sobre los ojos una venda de seda que lleva tu aroma impregnado.

Tus manos me sujetan con fuerza y dulzura mientras me indicas que avance.

Qué juego más peligroso.

Abandono mi destino al sonido de tu voz que me dicta dirección como una suerte de embrujo al que me resisto, pero ante el que sucumbo.

A minutos olvido que cruzo las tinieblas y el silencio, y a ojos cerrados siento que vuelo sobre el cielo con sólo adivinar tu sonrisa.

Mi docilidad se rompe de pronto cuando me invade un miedo intenso.

Es la incertidumbre de confiar a otro, el propio corazón.

Y me rebelo.

Es lo único que tengo, y hoy en día no es tesoro, sino utopía.

Con eso trafico, obtengo y pierdo.

Gano o muero, pago...

Pero nunca debo.

Muchos me han aconsejado que separe el corazón de...esto, y juro que no puedo.

Me canso un poco de andar a través del destino, así que después de escalar unos cuantos peldaños arriba, nos detenemos.

Conversamos un poco antes de que lleves a mi boca algo de alimento.

Me mojas los labios con tus frescas palabras
y luego me alimentas contigo.

Me doy cuenta de que la noche llega cuando bajas algunas estrellas para iluminar los cuentos que me lees o para alumbrar la ruta de los versos que me escribes sobre el cuerpo.

Esta noche pusiste debajo mio algo muy suave para evitarme raspones en la piel.

Luego bajaste a Venus para usarla de plumilla y con ella escribiste, pero también tocaste.

Un hueco sobre el techo de la caverna permitía el paso de algunos filos de luz,
y los sentí sobre la espalda desnuda y el rizado cabello.

Estabas detrás mio, con las piernas rodeando las mias.

Tomaste la plumilla
y la colocaste dentro de mi dedo;
me diste una guitarra y susurraste un lugar común:
“Toca con el corazón“.

Así que amé las cuerdas como a tus ojos,
mientras tú leías los versos rojos sobre mi espalda vulnerable y temblorosa.

Volvimos a amarnos sin jurarnos nada.

Ya habíamos aprendido que el rayo suele dividir las rocas más resistentes...

Pero también sabía fundirlas en una sola.

La filosofía sin duda llegaría al amanecer,
en tanto nosotros seguiríamos jugando mitológicas aventuras como esta,
hoy fue en mi casa, mañana en tu cuarto.

De la serie "El de Hoy..."
03 de marzo del 2003