lunes, 14 de marzo de 2011

Cuando te vayas...


Cuando te vayas
el destino me asestará el último golpe bajo,
y el corazón,
resentirá el fin de un eterno duelo.

Correré a mis libretas
desde la negra, hasta la azul,
buscando lo que eras
lo que fuimos.

Repasaré las líneas marrón,
las canciones, lugares, momentos...
y la historia se me diluirá como cristales de sal
todos, expuestos al fuego.



Estaré tentada a detenerte
y me sabré sin derecho.

Frente a ti
me guardaré las lágrimas para las noches.
ninguna para ese próximo día
en que no estés.

Te despediré con el corazón en la boca,
con la callada súplica,
con la resignación,
con la impotencia,
con la derrota.

Bendeciré tu adiós como aquella primera vez,
como todas las veces en que te he visto partir
y separarte de mis pasos siguiendo los tuyos.

Te sonreiré, sincera,
con el alma hecha trizas,
con la esperanza desintegrada,
con el ánimo perdido.

Al final,
te daré las gracias por haberme preparado;
por enseñarme a caminar nuestras calles,
a mirar nuestros lugares,
a transitar nuestra ciudad, sin ti, antes de irte.

Ahora será más sencillo...
muchísimo más sencillo.

Y el resto de mi vida,
recordaré...
seguro te recordaré.

De la serie "Ensayos del Silencio".
17 de enero de 2011

Cada pasillo...




Me he descubierto, otra vez, practicando el insistente deporte de invocarte.

Nada dificil por cierto,
para esta memoria que se niega a vencerse.



En cada pasillo reconstruyo nuestras diferencias,
las coincidencias, las elecciones y nuestra fácil negociación.

Decidíamos cómo construirnos entre cremas, shampoos y mascarillas.
Decidíamos cómo alimentarnos entre cereales, jugos, sopas y atunes.
Decidíamos qué croquetas y qué premio; qué correa y qué cepillo.

La única discusión eran las marcas.

Decidíamos entre blancos, velas e inciensos, la atmósfera del amor nocturno.

Decidíamos bien fácil entre risas y charlas;
decidíamos cómo compartir y reinventarnos para la cena y, en un futuro, también para el desayuno.

El futuro...

Tú y yo,
en cada pasillo
decidíamos,
hasta que tú lo decidiste.

De la serie "Ensayos del Silencio"
19 de enero de 2011

martes, 1 de marzo de 2011

En reparación...

Debería decir mutando.

Habría de escribir reinventando (me).

Incluso, podría definirlo como reconstruyendo (me).

Sin embargo, elegí repararme.




Inicié supongo, con el corazón, hace ya casi tres años.

Seguí con la confianza, la seguridad, la fe. Todas muertas.
Continué después con la ilusión. Perdida.
Proseguí con la sonrisa. Ausente.

Concluida esa fase, me encontré en paz.

Serena me mantuve hasta que la mutación explotó subterránea,
sugerente, imperceptible y casi secreta, seis meses atrás.

No lo veía.
Conceptos, valores, ideas, teorías, visiones... Todo en duda.
Ahí, el conflicto.

Viajé a mi selva de asfalto
y el barro de origen comenzó a diluirse.

Tomé la cinta del hoy para medirme con el molde de ayer y no cupe.
Ni mis ideas, ni mis anhelos, ni mis sentimientos. Ni yo.

Amante de lo eterno, comprendí la sanidad de los puntos finales.

Obsesionada en conservarlo casi todo,
en confeccionarme una segunda piel
con personas/ lugares/ momentos/ olores/
sonidos/ colores... decidí.

Desprenderme.

Arrancar (me) 

Deshollarme de pasado.

Y regresé a esta otra selva
donde una década atrás muté...
o habría de escribir que me reinventé,
que me reconstruí acaso, por primera vez.

Pero aquella ocasión no decidí repararme.
No al menos como lo decidí el invierno pasado;
no como sucede hoy.

No hay dolencia que aquietar,
no hay conducta que componer,
no hay lágrimas qué secar.

Hay cambios.
Hay retos, horizonte y hoy,
sin urgencias.

Hay deudas que no requieren de moneda,
pero sí de valor.

Hay incertidumbre, mas no miedo.

Y hay intentos, decenas de intentos
por sonreir, por aprender, por compartir,
por atreverse, por continuar, por evolucionar,
por impulsar, por no caer, por disfrutar,
por dar, por aceptar, por trascender, por recibir,
por vivir, por volar. Por amar.

También por escribir.

Y por rescatar los Ensayos
que han estado en Silencio... por reparación.

De la serie Ensayos del Silencio
01 de marzo del 2011