lunes, 15 de julio de 2013

Quiero volver...


Regresar. 

Estoy desesperada por volver a sus brazos; 
por volver a bailar, a contar, a dibujar, a enloquecer.

Quiero estar de vuelta en su vida y que retornen a la mia para no irse jamás. 

Quiero su perdón, su piedad. 

Es indispensable que suceda, si aspiro a caminar,
mas aún si me propongo derrotar el terror de volar.



Así que pueden tomar esto como un anuncio,
como una noticia previa. Como una amenaza que suena a súplica.

Quiero volver.

Es este el primer sencillo y mortal paso,
es la prueba de la velada intención,
es el señuelo, la carnada, el guiño de ojo, el humo en la montaña,
la rodilla en el piso.

Soy yo, de nuevo, con libreta y pluma,
como siempre. Como siempre.

De la serie "Ensayos del silencio"
15 de julio de 2013
Cancún

domingo, 15 de abril de 2012

Con fecha de ayer...




Escribo con fecha de ayer, siendo hoy. Extraño. Estreno esta libreta con la relatoría de un suceso triste, doloroso, injusto. Eso me lo parece mientras algunos hilos de sal vuelven a escapárseme sin poder evitarlo.


Sabía que sucedería. Anticipadamente lo supe, lo vi venir. Estuve preparada para el adiós, para la ruptura que se repitió un par de veces fallidamente. Estuve preparada hasta ayer.


Un caudal de emociones encontradas, entre la alegría de escucharle valiente, con la claridad y decisión que requería su vida; escuchando que ha vuelto a escribir, que es firme su convicción de asirse a la felicidad y no al sufrimiento... De verdad que sonreí al escucharle eso.


Saber que va detrás de sus sueños; experimentar el alivio que implica su decisión de no depender mas de mí; conocer su disposición para soltar, para dejarme ir sin derrumbarse, fue un descanso y una alegría que, al mismo tiempo me produjeron una extraña y pronosticada sensación de tristeza.


Finalmente, aquello implicaba también que esa persona que me amó incondicionalmente y hasta la médula, con un amor que no conoceré jamás, ya no es, ni quiere estar.


Lo celebro, pero también lo lamento.


Tenía que pasar y creo que lo mínimo que le debía era eso... El orgullo de la retirada; el orgullo de colocar el punto final y la estaca; la dignidad recobrada. 


Eso y mas le debía yo y comencé a pagarlo con fecha de ayer, lo sé. Es lo justo.


Después de todo, no se puede ir por la vida así, sin pagar las consecuencias de eso que una hace, para bien o para mal. 


Decir que fue sin dolo no borrará las noches de inacabable amargura que le provoqué, aun cuando de su amor, sólo obtuve miel dulce, lealtad a prueba.


Éramos, fuimos... Eso que le pedimos a Dios, lo que anhelamos encontrar en el mundo, lo que soñamos muchas noches de soledad. Él nos lo concedió.


Mas eso no fue garantía para que resultara. Y no funcionó. Asumo, la mayor parte de la responsabilidad... Creo que pedí mucho y no estuve a la altura. 


No me culpo, lo intenté, me di la oportunidad, hice lo que pude, lo que las fuerzas me permitieron. Que fue menos de lo que merecía? Sí, definitivamente sí.


Lo merecía todo y más. Pero así como el universo conspira para que dos se encuentren y sincronicen, también lo hacen para que dos que se aman y que intentan, haga corto circuito. La realidad nos alcanzó, supongo.


En la tarea de sanar esta historia, tendré que perdonarme muchas cosas, más de las debidas, más de las que quisiera. Le quedo a deber... Un montón de cosas: Sueños rotos, lágrimas, dolor, soledad y otra, que no me atrevo ni a pronunciar, mucho menos a escribir, porque es la más lamentable.


No fue con dolo, no, jamás... Pero no basta decirlo. El daño fue mayor.


Curioso que, a una semana de que aquella mujer de Catemaco me confirmara lo que sé, sobreviniera el final.


Acaso es justicia. Acaso tendré que aprender a vivir con esa astilla en el alma. Acaso tendré que aprender a superar diariamente el haber perdido al amor más bonito y puro que Dios me regaló, por ciega, por tonta, por humana. No sé.


Mi única certeza es que diariamente me dolerá lo que escribo hoy con fecha  de ayer.


De la serie “Ensayos del Silencio”
05 de abril/ 2012

lunes, 14 de marzo de 2011

Cuando te vayas...


Cuando te vayas
el destino me asestará el último golpe bajo,
y el corazón,
resentirá el fin de un eterno duelo.

Correré a mis libretas
desde la negra, hasta la azul,
buscando lo que eras
lo que fuimos.

Repasaré las líneas marrón,
las canciones, lugares, momentos...
y la historia se me diluirá como cristales de sal
todos, expuestos al fuego.



Estaré tentada a detenerte
y me sabré sin derecho.

Frente a ti
me guardaré las lágrimas para las noches.
ninguna para ese próximo día
en que no estés.

Te despediré con el corazón en la boca,
con la callada súplica,
con la resignación,
con la impotencia,
con la derrota.

Bendeciré tu adiós como aquella primera vez,
como todas las veces en que te he visto partir
y separarte de mis pasos siguiendo los tuyos.

Te sonreiré, sincera,
con el alma hecha trizas,
con la esperanza desintegrada,
con el ánimo perdido.

Al final,
te daré las gracias por haberme preparado;
por enseñarme a caminar nuestras calles,
a mirar nuestros lugares,
a transitar nuestra ciudad, sin ti, antes de irte.

Ahora será más sencillo...
muchísimo más sencillo.

Y el resto de mi vida,
recordaré...
seguro te recordaré.

De la serie "Ensayos del Silencio".
17 de enero de 2011

Cada pasillo...




Me he descubierto, otra vez, practicando el insistente deporte de invocarte.

Nada dificil por cierto,
para esta memoria que se niega a vencerse.



En cada pasillo reconstruyo nuestras diferencias,
las coincidencias, las elecciones y nuestra fácil negociación.

Decidíamos cómo construirnos entre cremas, shampoos y mascarillas.
Decidíamos cómo alimentarnos entre cereales, jugos, sopas y atunes.
Decidíamos qué croquetas y qué premio; qué correa y qué cepillo.

La única discusión eran las marcas.

Decidíamos entre blancos, velas e inciensos, la atmósfera del amor nocturno.

Decidíamos bien fácil entre risas y charlas;
decidíamos cómo compartir y reinventarnos para la cena y, en un futuro, también para el desayuno.

El futuro...

Tú y yo,
en cada pasillo
decidíamos,
hasta que tú lo decidiste.

De la serie "Ensayos del Silencio"
19 de enero de 2011

martes, 1 de marzo de 2011

En reparación...

Debería decir mutando.

Habría de escribir reinventando (me).

Incluso, podría definirlo como reconstruyendo (me).

Sin embargo, elegí repararme.




Inicié supongo, con el corazón, hace ya casi tres años.

Seguí con la confianza, la seguridad, la fe. Todas muertas.
Continué después con la ilusión. Perdida.
Proseguí con la sonrisa. Ausente.

Concluida esa fase, me encontré en paz.

Serena me mantuve hasta que la mutación explotó subterránea,
sugerente, imperceptible y casi secreta, seis meses atrás.

No lo veía.
Conceptos, valores, ideas, teorías, visiones... Todo en duda.
Ahí, el conflicto.

Viajé a mi selva de asfalto
y el barro de origen comenzó a diluirse.

Tomé la cinta del hoy para medirme con el molde de ayer y no cupe.
Ni mis ideas, ni mis anhelos, ni mis sentimientos. Ni yo.

Amante de lo eterno, comprendí la sanidad de los puntos finales.

Obsesionada en conservarlo casi todo,
en confeccionarme una segunda piel
con personas/ lugares/ momentos/ olores/
sonidos/ colores... decidí.

Desprenderme.

Arrancar (me) 

Deshollarme de pasado.

Y regresé a esta otra selva
donde una década atrás muté...
o habría de escribir que me reinventé,
que me reconstruí acaso, por primera vez.

Pero aquella ocasión no decidí repararme.
No al menos como lo decidí el invierno pasado;
no como sucede hoy.

No hay dolencia que aquietar,
no hay conducta que componer,
no hay lágrimas qué secar.

Hay cambios.
Hay retos, horizonte y hoy,
sin urgencias.

Hay deudas que no requieren de moneda,
pero sí de valor.

Hay incertidumbre, mas no miedo.

Y hay intentos, decenas de intentos
por sonreir, por aprender, por compartir,
por atreverse, por continuar, por evolucionar,
por impulsar, por no caer, por disfrutar,
por dar, por aceptar, por trascender, por recibir,
por vivir, por volar. Por amar.

También por escribir.

Y por rescatar los Ensayos
que han estado en Silencio... por reparación.

De la serie Ensayos del Silencio
01 de marzo del 2011

domingo, 1 de agosto de 2010

Fénix...


Inicia el mes
y se abren posibilidades.

El sol,
esta vez,
es el que me dice que vaya por una,
que me desdoble...


Que me sacuda absolutamente de todo lo que ya no es,
de todo lo que no hace falta.

Que parta desnuda de mí y de todo,
hacia adelante.

Voy...

De la serie "Ensayos del Silencio"

viernes, 4 de junio de 2010

Un berrinche...

Qué bonito.

Cuatro meses y nada. He pasado por aquí, como quien pasa frente a la casa de quien se ama, sin tocar a la puerta; sólo mirando, contemplando con todas las palabras listas para decirse... sin decir una sola.

La razón es lo más estúpido y habla de cuán estúpida puedo llegar a ser. Eso me confirma lo que me ha dicho una que otra activista, una que otra psicóloga, dos que tres amores, mis amigas (os) más entrañables y, a últimas fechas, Paulita.

Sí, sí, me boicoteo y si alguien aquí está libre de pecado, que aviente la primera receta para dejar de auto-sabotearse.

Que no he venido aquí, eso ya lo saben, quienes tienen que saberlo y quienes quiero que lo sepan, porque son a los únicos a quienes he abierto la puerta de este espacio abandonado.

En fin que, me encantaría dejar en suspenso las razones, los motivos de esta ausencia que sólo me lastima a mí.

Porque sí. A la que más le pesa aquí, dejar de escribir y tragarse las cosas, ahogarlas, apagarlas, abortarlas antes de que vean la luz... es a mí.

Un poco es el tiempo, un mucho el sueño. Esos son los argumentos de siempre. Los que no tendría ni que teclear porque son de todos conocidos...bueno, de todos aquellos que me conocen. 

Pero esta vez no es ni eso.

Esta vez sólo pasa que me cargo el berrinche de mi vida.

Esta vez sucede que me tiene mal que las fuentes, el tipo de letra, los tamaños, no coincidan con los textos originales.

Me han explicado que blogger hizo reformas. A mí no me avisaron y entonces me han desbaratado toda la ruta. Y eso me enferma.

Me han dicho que siga, pero siento que esos tres o cuatro últimos textos son como una macula, como una salpicada de lodo que ha dado al traste con todo.

Así que esa es la historia de la ausencia.

Algo más estúpido no podía ser.

De la serie "Ensayos del Silencio".