lunes, 31 de diciembre de 2007

Cero centímetros...





Qué tan grande puede ser tu pierna, que mi lengua no pueda alcanzar el centro de tu incendio.

Ahora recuerdo el porqué los amantes se queman bajo el agua...






Tiene que ver con ese límite que no se discute; con esa frontera hecha pedazos a besos, con el cuerpo adherido a otro cuerpo, libre y, al mismo tiempo, esclavizado al deseo.

Es el asalto más dulce y sereno el que le abre las puertas, ventanas y sueños a la piel, hasta calar en los huesos.

Nada. Debajo, nada.

Sólo y siempre tú.

De la serie "Ensayos del Silencio"
Washington, 18 de septiembre/2007

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