Va éste por la nostalgia de los días de escuela, por las noches de juerga, por las borracheras de amistad, por los ratos irrepetibles y eternos de complicidad; por los momentos de irresponsabilidad llenos de inocencia, de rebeldía, de sueños y utopías defendidas a muerte.
Va por el amor que se vive a tope, en todas sus expresiones, formas y direcciones; por el desamor que sufrimos al límite, por los juegos estúpidos, por las discusiones insulsas; por las canciones de culto, por las rolitas bobas que nos unieron más que los genes; por el vacío ante la incertidumbre, por el miedo en la piel y el atrevimiento valiente de nuestras bocas jóvenes e ilusas, exigiendo amor, equidad y justicia.
Va por los viajes largos y cortos que emprendimos, por las aventuras y las correrías dentro y fuera de clases; por las “pintas” y las cátedras en el bar de siempre, más enriquecedoras que las clases dentro del aula, frente a pocos guías y muchos censuradores.
Va por los cuadernos que gastamos en dibujar corazoncitos y estrellitas, en pintar demonios, en escribir “me gustas”, “te extraño”... “te quiero”.
Va por las cervezas y los cigarros que nos desintegraban pulmones y tristezas; por los escapes hacia la nada; por el temor de salir al mundo.
Va por lo que conocimos, por lo que nos faltó; por los experimentos y las osadías; por lo dicho y por el silencio; por lo íntimo; por los besos que llegaron, por los labios prohibidos; por los brazos que cedieron, por las pieles negadas; por las bocas milagrosas, por los ojos-coincidencia.
Va por nuestro encuentro, inédito y esperanzador en la enormidad de una ciudad de muchos, en un mundo inmenso, distanciado y dividido por peligrosas pequeñeces; va por los fallidos encuentros, por la concurrencia de ilusiones, lágrimas, dolores y placeres.
Va por el desencanto; por las risas, las peleas, el hastío; por la suerte de tocarles, de tocarnos el corazón y el alma en algún punto del desconocido camino.
Va por los mios. A quienes siempre están, a quienes ya no escucho. A quienes siento en la distancia, a quienes percibo en el aire limpio. A quienes amo, en verdad, nunca me he ido.
De la serie "El de Hoy..."
28 de marzo, 2004
1 comentario:
Qué bueno que aún habitas en mis latitudes internas. Un abrazo idemizado desde aca.
A.
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